viernes, 7 de septiembre de 2012

Ácido.

La madera intacta antes de la roca. El silencio del grisú, de ciertos venenos. El fósforo en los dedos. La ventana apenas abierta cuando pasa. El cristal haciéndose trizas. El golpe de la espuma. El extravío del espejo, la soga. Los dientes de la venganza. El derrumbe del ácido. La sal de la lengua. Lombriz enroscada en el intestino, larvas devorando la piel. Las células enfurecidas, los hongos. El agua que se empoza. Esos gritos. Ciertas frutas, el aceite. El incendio, su vértigo estallido. La semilla frugal de los colmillos. La risa desdentada. La leche, el asco. La pupila furiosa del propietario. Esos besos, tú sabes, enredados en el vino, en el paladar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario